Mientras el fundamentalismo religioso, encarnado en la campaña
#ConMisHijosNoTeMetas, intentaba abatir el currículo educativo que busca
propiciar la tolerancia a la diversidad en las escuelas del país, las
víctimas de pederastia de la agrupación católica Sodalicio de Vida
Cristiana se encontraron esta semana con que la fiscalía archivó su
caso. Pedro Salinas, el periodista que inició la investigación del tema y
lo plasmó en su libro Mitad monjes, mitad soldados, habla, en esta
entrevista, de su frustración y su impotencia ante esa decisión que
subestima el dolor de quienes aún cargan los traumas generados por una
organización religiosa estructurada para el abuso. Y de su rabia.
¿Por qué en nuestro país escandaliza más dos hombres amándose que un sacerdote violando niños?
No sé. Que casos como el de (Luis Fernando) Figari queden impunes te
hablan de la ética y la moral de una sociedad y de mucha tolerancia ante
el abuso… Y como ciudadano peruano me inquieta, me incomoda, me
fastidia, toparme cara a cara con la impunidad. Es una sensación fea,
porque, en paralelo, tú dices: este tipo aparece con su cara de buda
feliz negando a las víctimas y tienes a una fiscal (María del Pilar
Peralta Ramírez) que repite como un loro los argumentos de la defensa y,
en su resolución de 54 páginas, simplemente asume que, como estamos
hablando de un fundador de una institución religiosa que tiene obras
sociales, casi casi no lo deberías tocar o, en todo caso, perdonarlo
rapidito...
Perdonar al “árbol caído”, como diría (Juan Luis) Cipriani…
Exacto. Y esa es la actitud general...
Tú has dicho que no esperabas gran cosa del proceso, pero imagino que sentiste algo con el archivamiento del caso…
Frustración. Impotencia. Indignación. Y rabia. Porque una cosa es que
te digan: Mira, en el caso de los abusos sexuales, estos
prescribieron... En mi opinión, ese tipo de crímenes, abusos sexuales a
menores no deberían prescribir, porque ya hemos visto que el abusado
sexual reacciona después de 20, 30, 40 años del evento...
Claro, eso se ha dado en todos los casos a nivel internacional…
Sí, los casos de Karadima, en Chile, son tal cual. Los casos en México,
con Maciel, igualito. Y los casos en Boston... Pero, bueno, yo ya sabía
que, en el caso de los abusos sexuales, eso iba a prescribir. Pero, en
la nota de prensa de la Fiscalía, dicen varias mentiras. Una, que no se
presentaron abusados sexuales al proceso y yo sé que fueron dos…
Uno de ellos José Enrique Escardó, ¿no?
No. José Enrique tiene un incidente de connotaciones sexuales, pero no
ha sido víctima sexual. Con víctima sexual estamos hablando de
penetración, masturbación… Lo que tiene él es un incidente de
connotaciones sexuales con Germán Doig (ya fallecido fundador del
Sodalicio), como, en mi caso, hay otro con mi director espiritual cuando
entré al Sodalicio.
¿Cómo fue tu caso?
En mi
caso, mi director espiritual me dijo: Pedro, tú eres muy tenso y eso se
arregla con yoga, asanas y ejercicios de relajación. Y un día, en una
sesión espiritual, a puerta cerrada, me dice: Quítate la ropa, quédate
en calzoncillos, échate, cierra los ojos. Luego, saca uno de estos
punteros desplegables y comienza a palparme y dice: Efectivamente, aquí
hay nudos de tensión, tus chakras están desalineados y no sé qué tanta
vaina…
¿Te estaba preparando para un asalto sexual?
Exactamente, era una especie de prueba. En eso me empieza a tocar más
abajo, las piernas y me toca la ingle y ahí yo me siento incómodo y abro
los ojos como diciendo “¡qué pasa!”. Y el pata, para que veas el
profesionalismo de estos jerarcas del Sodalicio, me dice: Ya, Pedro,
puedes cambiarte. Y alucina que yo pensé: ¡Mierda, he pensado mal de
este pata! Evidentemente, a la luz de todo lo que ahora se conoce, ese
fue un testeo y hasta el día de hoy siento que la bala me paso
silbando...
Volviendo al tema del archivamiento: ¿Qué viene? ¿Se acabó la denuncia contra el Sodalicio? ¿Tiras la toalla?
Nuestros abogados en estos momentos están evaluando presentar un
recurso de queja, que es una suerte de apelación, para ver si es que la
fiscalía, el fiscal (de la Nación) Pablo Sánchez, reconoce su error y
deriva el caso a otro fiscal más competente, porque yo no quiero pensar
mal de la fiscal, pero incompetente sí ha sido. Ese es un dato objetivo.
Tú has dicho que te jugaste todo en este tema. ¿Qué fue todo?
Todo. O sea, cosas importantes de mi vida personal, he reabierto
heridas, el desgaste emocional ha sido inmenso, ha habido mucho tiempo y
mucha plata de mi bolsillo metida en esta historia. Pero no me
arrepiento, porque creo que esto ha hecho más bien que mal. Sí me apena
que haya gente que ha tenido que reabrir heridas, volver a fijarse en
cosas que han generado traumas que los persiguen hasta el día de hoy.
Lidiar con eso no es fácil. Tienes que tener un empaque particular que
yo, honestamente, no lo tengo. Te quiebras. Hay momentos en los cuales
dices: ¿Con qué derecho le pido a estas personas que compartan cosas tan
delicadas conmigo y que, además, van a ser públicas?
¿Hay gente que se ha arrepentido de haber dado su testimonio?
No, por suerte no. Si hubiese uno que se arrepintiese, ahí sí yo
estaría mal. O sea, hay gente que sí la está luchando. Hay gente que me
mandó a la mierda, varios, y que hoy por hoy se sienten agradecidos. Eso
sí es algo que me parece mostro.
Por el otro lado, cabe preguntar: ¿Qué ganaste?
Hay una satisfacción. En lo personal, creo que esto es de lejos lo más
importante que puedo haber hecho en toda mi trayectoria periodística y
que creo que, además, trasciende la cosa periodística, porque quiero
creer que le he hecho un bien a la sociedad. Con Pao (Ugaz, coautora del
libro) y con todos los que han participado en esta aventura, creo que
hemos ayudado un poco a abrir los ojos…
Hablando de reabrir heridas, has dicho que has pasado terapia mucho tiempo. ¿Qué traumas curaste? Si los curaste…
Sí, eso, si los curé, porque las heridas están allí y siempre se
reabren si estás escarbando… Además, he tenido que pasar terapia no
solamente por temas míos, sino para ver cómo manejo esta situación,
donde hay mucho dolor, mucho trauma, para que no me golpee, porque de
piedra no soy, pues.
Eso ya a partir del libro, ¿pero antes?
Antes también. He tenido terapias en diferentes momentos. Siempre salió
el tema del Sodalicio, pero fíjate que el tema de mi papá sí estaba,
digamos, como clausurado…
Tú has contado que odiaste a tu padre mucho tiempo… ¿Cómo fue?
Parte de la política del sistema de formación en el Sodalicio es
aislarte de tus entornos afectivos más fuertes: tus padres, tus amigos,
tu enamorada. Y la figura más atacada es la figura paterna. Y de una
manera brutal. Escucharás muchos Sodalites que habrán tenido momentos
con su consejero espiritual, con su superior o con Figari mismo, y el
discurso es: Tu viejo es una mierda, un fracasado, no es ningún modelo
ni referente ni nada. Todos tus defectos, todos tus complejos son culpa
de tu viejo. Entonces, nosotros somos tus figuras paternas.
Ese tiene hasta un toque sicoanalítico: culpa a tu padre de tus traumas…
De hecho hay todo un sistema de captación que lleva al secuestro mental
que la fiscal nunca entendió, que es lavado de cerebro, el formateo
cerebral que te convierte en un autómata, en un talibán. Créeme, que si
ellos te dicen mata, ¡matas, Maritza! O si te dicen tírate, te tiras.
¿Qué es lo que más te avergüenza haber hecho durante ese período de lavado cerebral?
Obedecer. Obedecer ciegamente. O sea, yo he agarrado a golpes a Sandro
Moroni, como Sandro Moroni me ha agarrado a golpes a mí. Y además, por
nada. ¡Es una locura! Lo que pasa es que es difícil trasmitir esa locura
que se vive en el Sodalicio a gente normal… Como tú (risas).
Hay quienes dirán que hay gente que tiene mayor tendencia al fanatismo. ¿Tú la tenías?
No sé, pero sicológicamente yo era una pera en dulce, porque me captan
en el momento en que mis padres se habían separado, con problemas de
conducta en el colegio, mi madre haciendo de papá y mamá, mi viejo en
Venezuela, yo metido en drogas y qué se yo. Entonces, el Sodalicio
aparece de pronto y se convierte en la alternativa de tu vida. Además,
te venden toda una historia épica: que vas a formar parte de una elite
para transformar el mundo y el resto son unos huevones. Y el lenguaje
que usan es así: Totalmente coprolálico…
Hace un par de años, la ONU hizo un informe diciendo que la iglesia propicia la pederastia…
Por el tema del celibato. Para mí, ese es el eje principal: El celibato
es un absurdo. Y esa represión es la que lleva a muchos religiosos a,
en momentos determinados, irse contra un chiquillo, contra una niña,
contra un sordomudo o un discapacitado, que son los que tienen más a la
mano…
El argumento del arzobispo (Silvano) Tomasi (observador
del Vaticano ante la ONU) era que en todas las profesiones hay
pederastia. ¿Qué responderías a eso?
Así es. Y dice que, si
tú ves, el porcentaje es mínimo respecto de los boy scouts, que esto y
lo otro. Pero eso a mí no me sirve de explicación, porque, a medida que
instituyan cosas que propician la pederastia, como el celibato
precisamente, la iglesia va a mantener el mismo problema.
Y, más allá del caso Sodalicio, ¿puede hablarse de casos de pederastia en otras agrupaciones católicas?
Mira, cuando tú chequeas el caso Karadima, en Chile; el caso Figari, en
el Perú; o el Caso Maciel, en México, tú llegas a la conclusión de que
la iglesia católica, como política, protege a sus pederastas. Hasta el
día de hoy…
¿Pero tienes denuncias sobre niños que, en este momento, estén siendo abusados, sea en el Sodalicio o en otras agrupaciones?
Sí, nos han llegado, tanto a Pao como a mí, una serie de requerimientos
de personas que acusan a sacerdotes de otros movimientos religiosos, de
otras órdenes religiosas católicas, pero hemos tenido que decir “sorry,
pero nuestro tema es el Sodalicio”. Lamentablemente, no nos da el
tiempo ni el cuerpo.
(Gastón) Garatea ha dicho que Cipriani
no es la iglesia, refiriéndose a su posición en el tema de la unión
civil. ¿Dirías lo mismo en el caso de la pederastia o toda la iglesia
está implicada?
No coincido con Garatea. La posición de
Cipriani es la de la iglesia, es la de (el papa) Francisco. Cipriani,
nos guste o no, sigue formando parte de los círculos concéntricos
importantes del Vaticano.
Pero en algún momento tú te mostraste esperanzado en las posturas del papa Francisco…
Pues claro, como todos. Como todos, pequé de ingenuo (risas).
Si te encontraras con Figari, ¿qué le dirías?
Buena pregunta. Tú sabes que yo estaba yendo a Roma con Pao y con
Héctor Gadea cuando la fiscal viajó para interrogarlo. Lamentablemente,
el problema de mi columna, por el que me tuvieron que operar, hizo que
me quedara en Lima. Pero si yo hubiese estado frente a Figari, no sé si
le hubiese hecho alguna pregunta o le hubiese lanzado un epíteto…
¿Cuál hubiera sido?
No lo sé. Pero supongo que hubiera sido una reacción agresiva u hostil.
Por suerte no fui, porque también si Figari me hubiera visto, habría
salido a la defensiva, y cuando tú lo ves en el video, él sale con una
cancha, con unas ganas de hablar, de sentirse el dueño del mundo y, de
pronto, se entrega a los brazos de Paola y habla, habla, y dice todo lo
que dice. Y ahí es cuando la gente dice: ¡Este es Figari! Y sí, ese es
Figari: un tipo enajenado, que niega a las víctimas con un cinismo
descarado. Por eso, cuando hay gente, que la hay, que niega todavía a
las víctimas, uno dice: Oye, ¿qué más quieres? ¿La foto del instante en
que Figari está aprovechándose sexualmente de ese chiquillo? No existe,
pues. No hay. Pero están los testimonios.http://larepublica.pe/impresa/domingo/841878-la-iglesia-catolica-como-politica-protege-sus-pederastas
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