En 2009, la ONU calculaba que había constantemente cerca de 750.000 pedófilos criminales en línea simultáneamente. Hoy, 15 años después, los expertos estiman que esta cifra es tres veces mayor. La inmensa mayoría de los delincuentes son hombres que, creyéndose seguros en el anonimato, intercambian consejos en foros sobre, por ejemplo, cómo contactar y manipular a un niño para crear con él contenidos íntimos. También se dan sugerencias sobre cómo violar a menores del entorno personal sin ser descubiertos, y cómo compartir impunemente las imágenes con otras personas. Algunos hacen uso de la posibilidad de encargar por internet la violación de un niño, siguiendo exactamente sus propias preferencias, pero en un país lejano, y estar allí en directo a través de Skype o WhatsApp por menos de cien dólares.
Para las organizaciones de protección de la infancia, las autoridades judiciales y la policía especializada, este horror es parte de la vida cotidiana. En la jungla de Internet tienen que identificar a las víctimas de abusos, localizar a los autores e impedir la difusión de contenidos pedófilos, cada vez más numerosos. Para este documental, la directora Laetitia Ohnona ha pasado cuatro años investigando junto a las autoridades competentes de Alemania, Francia, Reino Unido, Estados Unidos y Filipinas.
Acompañó a policías franceses de la nueva Oficina Central de Protección de Menores; a agentes especiales estadounidenses encubiertos de la Oficina de Investigaciones de Seguridad Nacional; a la Fiscalía General de Fráncfort y a agentes de la policía criminal alemana que desarticulan sitios de la internet profunda; también entrevistó a expertos de plataformas de denuncia que rastrean contenidos pedófilos criminales. La Comisión Europea le informó que quiere imponer normas de control más estrictas a las empresas informáticas para evitar este tipo de cibercriminalidad.