Sacerdotes acusados de cometer abusos sexuales pudieron huir a Sudamérica. ¿Los ayudó la Iglesia católica? Un equipo de investigación pasa meses investigándolo.
Después de que dos jóvenes acusaran de cometer abusos al padre Dieter Scholz en 1963, este desapareció de Alemania. La archidiócesis responsable le permitió ir a Bolivia como misionero durante cinco años. Tras su regreso a su país, numerosas víctimas alzaron la voz porque la archidiócesis le permitiera a Scholz continuar trabajando, aunque ya estaba al tanto de las acusaciones. El padre Josef Zottmann también huyó al extranjero, aunque incluso había una orden de arresto contra él. Cinco colegialas lo habían denunciado por abuso sexual en 1969. La diócesis de Eichstätt financió la estancia de Zottmann fuera de Alemania camuflando su salario como "donación para misiones”. Altos cargos de la Iglesia en Alemania y Brasil habían sido informados sobre el proceso penal, pero no cooperaron con las autoridades. Zottmann no regresó a su país hasta la década de 1980, cuando el delito ya había prescrito.
La abogada Bettina Janssen conoce casos similares. Examinó expedientes por encargo de la Iglesia católica, también para la Conferencia Episcopal Alemana. Su conclusión: "Se encontraron diversos métodos para encubrir a un sacerdote y para ocultar el vínculo con la diócesis, mientras se le proporcionaba apoyo financiero”. La jurista califica este tipo de prácticas como "una forma de obstrucción de la justicia”. Y asegura que no se tuvo en cuenta el daño causado a las víctimas.
¿Ocultó la Iglesia católica a pederastas en el extranjero a pesar de conocer sus delitos? Un equipo de investigación busca pistas en Alemania y Sudamérica.
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