Las mujeres indígenas de Estados Unidos son secuestradas y asesinadas en proporciones exorbitantes. La probabilidad de ser víctima de un asesino aumenta en su caso debido a la opresión social y económica, el racismo y la falta de recursos. La policía rara vez interviene de inmediato, haciendo evidente que las comunidades indígenas suelen ser desatendidas por el sistema de justicia estadounidense.
En el documental se acompaña a tres mujeres indígenas: una artista, una activista y una política. Todas tienen parientes desaparecidos o asesinados. Estas tres mujeres luchan por la justicia y realizan labores de memoria para recordar a las víctimas. Ellas combaten el sistema racista que ha llevado a esta crisis, al mismo tiempo que enfrentan las secuelas del trauma histórico sufrido por la población nativa.
La directora, Leya Hale, sigue a Ruth Buffalo, la primera mujer indígena elegida para la Cámara de Representantes del Estado de Dakota del Norte, en su búsqueda de conexiones con sus antepasados. Hale viaja con la activista Mysti Babineau, que organiza campañas para crear conciencia sobre las mujeres indígenas que han sido asesinadas o desaparecidas, y también a la artista indígena Angela Twostars.
Los indígenas representan solo el 1% de la población de Estados Unidos, pero el 10% de las mujeres desaparecidas en el país son parte de esa minoría. Leya Hale ve las razones de esto en el hecho de que el Estado descuida o ignora los intereses de los pueblos indígenas.
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